A lo largo de los años hemos sido testigos del gran poder que tienen las marcas para transformar la manera de vivir. Y por ende el mundo que nos rodea.
Desde la ropa que usamos hasta lo que comemos está directamente influenciado por las grandes empresas que dominan el mercado.
En la última década, los consumidores nos hemos vuelto exigentes y no conformistas con lo que nos ofrecen. Por ende las marcas deben adaptarse y estar preparadas para convertir los retos que estos cambios plantean en oportunidades.
Las marcas y su poder de cambio
El objetivo para toda marca que busca trascender, es volverse significativa.
Ya no solo basta con usar la tecnología y las nuevas plataformas digitales, que son fundamentales en la vida de los consumidores, sino que deben llevar un mensaje de cambio.
Vivimos en la era del propósito.
Una era en la que las marcas que quieran dominar el mercado están obligadas a encontrar las herramientas necesarias para motivar el crecimiento intelectual y moral de las personas.
Las marcas con propósito aprovechan todo a su alcance para generar avances. Estos permitan tener un impacto positivo en el mundo. Se mantienen firmes en sus valores, tienen una razón de ser y están comprometidas con ella.
Tal es el caso de Dove, que en el 2004 lanzó por primera vez su Campaña por la Belleza Real, un mensaje de empoderamiento que buscaba demostrar que todas las mujeres son hermosas sin importar sus imperfecciones.
Desde entonces, su propósito es mejorar la autoestima de las mujeres.
Las marcas con propósito conocen la importancia de contar con aliados que compartan su visión del mundo y los ayuden a maximizar su impacto.
Si fallan en esto, pueden ocasionar el resultado contrario. Desprestigio y rechazo de los consumidores que cada vez son más difíciles de complacer.
