¿Para lograr ideas, es necesario de entrenamientos costosos?

Existen muchísimas empresas que invierten en millones de dólares en entrenamiento para sus empleados. Cosa que no lo vemos mal, ya que no negamos que muchas personas necesitan tener esos días para liberar la mente. Y así luego llenarse de ideas.

Pero esto tampoco es lo correcto. Ya que sólo en el área de entrenamiento, las empresas estadounidenses gastan millones de dólares al año. Y estas sumas están aumentando de acuerdo al informe de Bain & Company. El cual realizó una encuesta que mostró que el 77% de los 4.000 ejecutivos encuestados admiten que los sistemas de gestión y procedimiento que han adquirido han prometido más de lo que realmente son.

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¿Qué hace que cientos de ejecutivos empresariales experimentados registren a sus administradores en cursos de meditación creativa o en un vuelo a Hawai, donde una gran cantidad de dinero queda simbólicamente enterrado en el suelo? ¿Por qué usted debería abrirse inmediatamente a otras posibilidades?

En nuestra “era de la información”, un papel decisivo en la supervivencia consiste en saber jugar con la capacidad de la empresa para generar nuevas ideas y encontrar soluciones innovadoras más rápido que la competencia. Por estos mismos conceptos, muchos esperan que volar con una serie de gerentes hacia las playas de Tahití o hacia los bosques de Siberia. Logrará, gracias al efecto de “inmersión total”, llegar a una idea que traerá a la compañía de vuelta al liderazgo del mercado.

El propósito de este artículo no es criticar los entrenamientos de campo y seminarios. Entre los cuales destacamos hay algunos que realmente son muy útiles

Nuestra tarea, para lograr que una idea básica se concrete, es la siguiente: para generar nuevas ideas, no hay necesidad de volar a tierras lejanas y acceder a los consultores de terceros. Sólo hay que tener el cuidado suficiente para mirar a su alrededor, para escuchar a los subordinados. Motivar a los gerentes a buscar soluciones creativas y aprovechar la búsqueda de algoritmos clásicos que planteen soluciones innovadoras.

Un ejemplo interesante de cómo motivar a los empleados para generar nuevas ideas lo plantea Igor Mann. La organización para la que trabajaba, tenía la intención de publicar una revista, pero no podían dar con el nombre. El departamento de marketing no se le ocurría nada que valiese la pena, el luego se volvió a todos los empleados y comenzó a dar el nombre de publicaciones corporativas.

El premio a quién pudiera encontrar este nuevo nombre sería una moto deportiva y fijó un cartel en la entrada de la oficina para que todos los días los empleados pudieran recordar el trabajo. Durante una semana, durante la cual la competencia se llevó a cabo, el personal llegó con más de treinta opciones, una de ellas fue aprobada. Los empleados satisfechos recibieron un premio, y la empresa el nombre de la revista.

¿No piensa usted que tal vez su empresa debería de vez en cuando convocar un concurso para encontrar tales ideas?

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